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Solidaridad y Responsabilidad Social en las bodegas

Vinos solidarios, bodegas sostenibles, la sostenibilidad en el mundo del vino, bodegas accesibles, sostenibles y ecológicas, prácticas sostenibles, vinos ecológicos… En los últimos años se barajan muchos conceptos positivos en sí mismos (o, digamos, en su concepción más abstracta) en torno a las bodegas pero desgraciadamente algunos la mayoría de las veces son más adornos marketinianos y propagandísticos que calificativos reales que implican ciertas normas de conducta y líneas de actuación por parte de empresarios, bodegas y vitivinicultores.

Podríamos decir que existen dos grandes líneas de acción social por parte de las bodegas: las puramente solidarias (que engloba cualquier obra o campaña realizada con fines solidarios: subastas, eventos, donaciones a ONG´s…) y las centradas en la responsabilidad social (acciones dentro de la propia bodega en busca de mejorar y aumentar los beneficios sociales de la misma).

Ninguna de estas dos líneas es excluyente, por supuesto, pero juzgamos más destacables las segundas: ejercer y fomentar la responsabilidad social en las bodegas. A pesar, qué duda cabe, de que no conlleva acciones tan vistosas como eventos solidarios, promoción en los medios y publicidad directa para la bodega lo cierto es que a la larga resultan más eficaces. Aquí se abre la primera gran polémica: ¿es eficaz sinónimo de rentable en estas situaciones? evidentemente no, juzgando que el objetivo es realizar una labor social, los resultados no deberían medirse en términos de imagen de marca, publicidad o repercusión mediática. Que “la solidaridad vende” es algo indiscutible, pero no debería ser nunca la premisa de una acción de este tipo. La rentabilidad tiene que medirse desde el otro lado, desde el factor social al que va dirigido. Campañas organizadas en torno a esta idea, asociando empresas irresponsables a actividades filantrópicas diversas, el hecho de haber perdido el sentido de novedad y ser un recurso explotado por muchas marcas (no sólo en el mundo del vino) acaban por restar credibilidad a lo “Solidario”.

Por otra parte el desarrollo de una política de responsabilidad social dentro de una bodega, si bien no es tan llamativo a primera vista, acaba reportando beneficios sociales sólidos, reales y duraderos a todo su entorno, bodega y factor humano incluidos.

“Se trata de potenciar y poner en valor actividades que de hecho ya realiza la bodega, respaldadas con una estrategia y orientada a objetivos sociales: trabajar como agentes dinamizadores de la actividad industrial en zonas rurales, como preservadores del paisaje (esto es claro en zonas como La Mancha), como generadores de un importante número de empleos y contratantes de gran número de inmigrantes (principalmente en la vendimia), como preservadores de una cultura y saber hacer que en nuestro país es milenaria…”

¿Qué opinión os merece?